La Argentina y el camino hacia la nueva globalización

Por Martín Clément

Para La Nación

Durante una de las últimas reuniones del Mercosur y ante la incertidumbre internacional, el gobierno argentino manifestó la voluntad de apartarse de las negociaciones futuras con otros países o bloques, pero sostuvo que seguirá acompañando la marcha de los acuerdos con la Unión Europea y la EFTA sin entrar en debates por ahora «estériles».

Se planteó que la integración regional es una forma de afrontar la pandemia global y sus consecuencias económicas y sociales ya que los organismos internacionales predicen la caída del PBI en los países desarrollados, una caída del comercio global de hasta un 32% y un impacto imprevisible en la sociedad.

La Argentina sufre del síndrome del «eterno adolescente», que no termina de encontrar su identidad, de estar seguro de sí mismo, de cuál es su rol y su aporte en el mundo. Hacerlo significa crecer y esto implica creer en que tenemos la capacidad de generar las condiciones para seducir a clientes generando propuestas de valor en calidad, cantidad y precio tales que permitan destacarnos en los más exigentes mercados. ¿Qué deberíamos hacer para madurar, de forma tal que podamos gozar de una estabilidad que sobrepase a los gobiernos de turno?

Tuvimos épocas de mayor bonanza cuando adoptamos actitudes protagonistas, de estabilidad en las reglas de juego y apertura internacional, enfrentando la realidad con posturas de seguridad respecto a nuestras posibilidades.

Deberíamos tomar el desafío de encarar al mundo, reconociendo nuestras debilidades y apuntalando nuestras fortalezas. Pero de nada sirve si nos encerramos como si fuésemos un organismo enfermo. Y en todo caso, si así fuera, deberíamos definir cuál es el diagnóstico para encarar un tratamiento efectivo. Si bien no existen recetas, sobre ciertos paradigmas podríamos coincidir.

Por ejemplo, la riqueza de un país no radica en sus recursos naturales sino en su gente e instituciones. Deberíamos decidir si basamos nuestras relaciones en la verdad, la transparencia y la justicia o vamos a mirar a un costado ante prácticas de clientelismo, despilfarro y corrupción. Porque las primeras seguramente nos llevarán a tomar decisiones basadas en la eficiencia y la productividad, generando círculos virtuosos de educación y preparación para generar valor al mundo. Los recursos naturales están ahí para ser aprovechados, pero nunca serán saludablemente explotados si nuestras instituciones y valores no generan mecanismos de control en tal sentido.

Cambios postpandemia

¿Qué vamos a aprender de esta pandemia? El fenómeno de la globalización nos había mostrado su mejor cara: progreso, generación de riqueza, movilidad de recursos, internacionalización de empresas y conquista de mercados. Pero sin aviso, apareció su faceta más oscura, la destrucción de economías por la propagación de un virus.

Esta extraordinaria situación debería generar las condiciones para extraer una serie de enseñanzas. ¿Vamos a seguir poniendo nuestro horizonte en las fronteras físicas de nuestro país? ¿O vamos a hacer el esfuerzo de ampliarlo para que sea el mundo entero el que esté a nuestro alcance, generando acuerdos para que la industria argentina de bienes y servicios puedan acceder en mejores condiciones que el resto, sin importar los esfuerzos personales que eso implique?

¿Qué cambios estructurales deberíamos propiciar para conseguirlo? Porque la cuarentena nos ha mostrado que, mientras más internacionalizada y diversificada esté nuestra economía, mayores serán las probabilidades de generar riqueza para nuestro pueblo.

Posturas dubitativas solo generarán peores condiciones para la inversión y, por consiguiente, un mayor empobrecimiento.

https://www.lanacion.com.ar/economia/la-argentina-camino-nueva-globalizacion-nid2368601

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